Familiares de víctimas asesinadas durante protestas en Juliaca piden justicia
Hermano de brigadista Marco Antonio Samillán, llego a Lima para detallar cómo fueron sus últimos momentos de vida. Padre de Jhamileth A., de 17 años, estuvo con ella cuando le impactó una bala.
Los familiares de los asesinados durante las protestas de Juliaca en Puno del 9 de enero pasado llegaron a Lima para exigir justicia. Raúl Samillán, hermano del brigadista y estudiante de Medicina Marco Antonio, cuenta los últimos momentos de vida del joven brigadista, a quien dispararon cuando ayudaba a un herido muy cerca del aeropuerto. En dicho lugar se produjo un enfrentamiento con las fuerzas del orden cuando los manifestantes intentaban tomar la instalación aeroportuaria.
Raúl estuvo por allí cerca del mediodía llevando una olla con comida para las personas que llegaban de las comunidades. Se fue cuando las fuerzas del orden empezaron a lanzar las bombas lacrimógenas.
Marco Antonio llegó después de almorzar. Lo llamaron otros compañeros brigadistas para que atiendan a los heridos.
“Él estaba en el grifo Ollanta, pero les dijeron que había bastantes heridos cerca del aeropuerto, y fueron allá… Cuando daba primeros auxilios a un herido, le impacta la bala por la espalda, a la altura del riñón y sale por el pecho”, indica. Remarca que tenía su mandil celeste de brigadista, pero igual le dispararon.
Vecinos de la zona fueron a socorrerlo, pero al ver que estaba grave lo llevaron con otros brigadistas, quienes lo cargaron hasta la posta, donde una ambulancia lo llevó al hospital.
“En la ambulancia estaba la hija de la vecina que lo ayudó; él le decía que le hable para no dormirse, no quería morir… Llegó vivo y lo iban a operar cuando falleció”, cuenta Raúl con lágrimas en los ojos.
Él estuvo presente, al igual que otros familiares, cuando realizaron la necropsia. “Salió que la bala atravesó la espalda y salió por el pecho, dañando bastantes órganos, pero lo fatal fue que había perforado la arteria aorta. Por el lugar donde lo hirieron se encontraron balas de AKM, que usan los militares”, refiere indignado.
Solo fueron de compras
Marco Antonio fue herido alrededor de las 3 de la tarde en la calle 24 de junio, a tres cuadras de la avenida Independencia. Media hora después, a 10 cuadras de allí, fue impactada Jhamileth, una estudiante universitaria de 17 años.
El padre de la joven, Demetrio Aroquipa, detalla que esa tarde decidieron ir al centro a comprar para abastecerse. Ellos viven en la salida hacia el Cusco y la única vía principal que tienen es la avenida Independencia. “Ella no participaba en la protesta. Yo fui con mi esposa y mis hijas para hacer compras y, cuando vimos esa multitud de gente, nos quedamos atrás, y luego pasamos a la siguiente cuadra para no meternos allí”, cuenta.
Estaban a la altura del aeropuerto, cuando voltearon por la calle Asunción. Demetrio iba junto a su esposa, detrás de ellos caminaban sus hijas.
“Mi hija me llama: papi, mi hermana se cayó… Nosotros no estábamos en las protestas y no pensamos que iban a dispararnos, por algo nos estábamos alejando de la gente”, expresa.
Jhamileth estudiaba Psicología en la Universidad de Cochabamba y tenía planes para estudiar otra carrera. Era amante de los animalitos. Su padre recuerda que, un día antes de su muerte, la joven fue a llevar comida a un local donde brindan albergue a perritos abandonados.
Demetrio la cargó hasta la posta que estaba cerca, pero no había ambulancia. Tuvo que volver a su casa para buscar su carro y llevarla al hospital.
“Ella llegó viva, pero había pasado mucho tiempo desde que la hirieron”, indicó. Cuando le hicieron la necropsia, tenía una bala de 9 milímetros alojada, le había ingresado por el abdomen.
Los sueños de ambos jóvenes quedaron truncos y sus familiares han llegado a Lima para pedir justicia, así como para las otras víctimas mortales y los heridos. Solo así tendrán paz. LR.