La llegada de un cardenal muy distinto
Una iglesia católica más cerca del pueblo y de los pobres.
[dropcap]L[/dropcap]e vendrá muy bien al país y a la iglesia católica un cardenal como el jesuita Pedro Barreto, con perspectivas cercanas al sentir del pueblo, para contrapesar a un elitista como Juan Luis Cipriani, cuyo período en el arzobispado de Lima ha sido nefasto para el Perú por actuar al servicio de causas políticas partidarias y particulares.
Cipriani ha sido un sacerdote que camufló el púlpito religioso para volverlo tribuna política al servicio del fujimorismo y, en los últimos años, a Fuerza Popular de Keiko Fujimori.
Su estilo de confrontación y choque, antes que de predicador persuasivo, así como su escasa tolerancia y vocación para actuar bajo la mesa, lo convirtió en alguien que solo podía conversar con los que estaban alienados con sus puntos de vista.
Eso no tiene que ver con las posiciones que defiende la iglesia católica, con la cuales se puede estar de acuerdo o no, sino con enfoques sobre una serie de temas que han incluido las causas más discriminadoras, machistas y conservadoras, a las cuales prácticamente veneraba.
Fujimorismo rechazo lo manifestado por cardenal Barreto
Por ejemplo, en contra de la protección y promoción de los derechos humanos, de la mujer u homosexuales, la defensa de los pobres o, más recientemente, no actuando con la diligencia que se requería frente a las acusaciones de abuso sexual y psicológico perpetrados por el Sodalicio de Vida Cristiana.
A diferencia, Barreto trae –por las declaraciones que ha dado desde que se anunció su elección como cardenal– un mensaje distinto al de Cipriani y muy alineado al discurso del Papa Francisco, buscando ponerse del lado de los pobres y reconociendo y entendiendo a minorías que son discriminadas por los sectores a los que ha representado el arzobispo de Lima.
Barreto agrega a su interés la protección del ambiente, la defensa de los derechos humanos –recibió el premio nacional 2010–, reconoce el valor de espacios como el LUM, y saluda un enfoque de género para dignificar el papel de la mujer y del hombre.
Barreto será un cardenal muy diferente al que hemos visto, algo que se debe agradecer al papa Francisco.
Esta expresión de anteayer evidencia la diferencia: mientras Cipriani estaba en el congreso entre flores caras, recibiendo su chapita de condecoración por Luis Galarreta y Fuerza Popular –que lo considera su paradigma–, Barreto declaró ese mismo día que “el parlamento vive a espaldas de la realidad del país, y estar de espaldas al Perú significa corrupción”; que los parlamentarios “no quieren soltar la mamadera”; y que “la pobreza lacera la dignidad de las personas”.
Por: Augusto Álvarez