Ritmo de los tiempos: cumbres y manos vacías

Por: Diego García Sayán

“Existen importantes nexos comerciales, políticos, de inversión y culturales UE/AL, aunque sean hoy asunto de segundo orden en la actual agenda política ucranizada en Europa”.
Abstraída en sus localismos, cada sociedad vive a su manera su propia dinámica de polarización e incertidumbre. Ya la Unidad de Inteligencia de The Economist, en informe publicado hace tres meses, advertía, con datos precisos sobre la polarización como fenómeno global. A lo que habría que añadir la fragmentación, el colapso de las cohesiones regionales. Esto influye en todas las sociedades internamente y en las relaciones entre países.

Esto se observa tanto en América Latina como en la modélica Europa. En el Viejo Continente en torno a lo de Ucrania parece girar todo acelerando procesos centrífugos en los que los medianos plazos se diluyen, el mundo se les aleja y se dispara cada cual por su lado, en especial los Gobiernos de ultraderecha y sus agendas poco “globalizadoras”. Y un contexto en el que es válido preguntarse ahora si no es la OTAN —y no la UE— el espacio hoy de las verdaderas decisiones europeas que incumben al mundo.

Esa dinámica hoy prevaleciente nos concierne directamente en América Latina (AL). Existen importantes nexos comerciales, políticos, de inversión y culturales UE/AL, aunque sean hoy asunto de segundo orden en la actual agenda política ucranizada en Europa. Maraña de relaciones que requieren examen cuidadoso y actualizado, pues la situación ha cambiado, haciéndose particularmente compleja —y visible— ahora que se tiene a las puertas la Cumbre UE-CELAC de jefes de Estado y de Gobierno, en Bruselas, los próximos 17 y 18 de julio.

Cumbres como esta no son, digamos, “pan de cada día”. Han sido pocas. Y casi siempre se avanzó en algo: Bruselas (2015), Santiago de Chile (2013) y Madrid (2010). El actual contexto para la siguiente cumbre es, sin duda, el más complejo y poco esperanzador. El cuadro es complicado y deteriorado. En ambos espacios es difícil saber qué respuesta puede esperar AL de una Europa cubierta por una nube fragmentadora que cubre Europa, polarizada adentro y focalizada afuera en la guerra en Ucrania.

Desde el lado latinoamericano y del Caribe, la grave desarticulación prevaleciente se expresa en la falta de una agenda de planteamientos sustantivos concertados para llegar con ello a la cumbre. Así estamos. Sin embargo, dentro de ese cuadro adverso, se podría rescatar algunos pasos concretos impulsados desde la UE. Signos de los tiempos: iniciativas europeas, no latinoamericanas.

Por ejemplo, encuentros de alto nivel entre expertos/as, como uno celebrado la semana pasada en Cartagena de Indias, y otros: empresariales, de diálogo político y académicos. Dentro de un cuadro complejo y retador algo serio, pues se está haciendo bajo la conducción de Josep Borrell, experimentado político español, alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad (el ministro de relaciones exteriores de la UE, digamos).

Salta una lista amplia de temas y de expectativas, lo que es bueno es que habrá que ver cómo se traduce en decisiones. Porque, del otro lado (el latinoamericano), pocas coordinaciones sustantivas o con novedades relevantes entre latinoamericanos/as y el Caribe. También signo de los tiempos. Habría, sin embargo, temas de fondo a poner en la agenda de la cumbre desde este lado de la cancha. Al menos para que de allí se generen grupos de trabajo.

Por ejemplo, el fracaso en la llamada “guerra contra las drogas”. Que llama a gritos a una redefinición total tras más de 30 años de fiasco, hoy traducido en muchas más drogas y muertes que nunca. O la gravísima situación en la Amazonía. Que sigue siendo depredada, con sus dirigentes sociales bajo la mira de las balas asesinas y una deforestación creciente que afectará al planeta entero, UE incluida, por cierto.

Para llegar a ese mínimo minimorum de que se toquen temas sustantivos como esos sería indispensable un mayor nivel de coordinación del que hay ahora. Al menos entre algunos países. En un ámbito regional ahora no es posible, pero digamos —y como ejemplo— al menos bilateral —Brasil/Perú— que, en ese orden, ocupan mayor espacio en la Amazonía. Fuente: LR.

Diario Perú

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